8 de Agosto


Derrota de la Armada Invencible.

La gorguera de la Reina se ha teñido de Bloody Mary. En el palo mayor de los barcos piratas se desangra la cabeza de María Estuardo y el oro de Veracruz se amontona en la Torre de Londres. Five o’clock tea, Elizabeth escucha, flemática, el noticiero vespertino de la BBC: los brulotes británicos reventaban galeones españoles en las aguas embravecidas del Canal mientras el Duque de Medinasidonia consultaba el significado del arduo galicismo en su diccionario de bolsillo para términos navales. El Escorial estudia las imágenes del Meteosat y el Rey Felipe ha calificado de atmosférico el fracaso. La Gaceta de Madrid registra la declaración en un titular solemne a cinco columnas, largo como el Imperio y con punto final en Santiago de Cuba sin honra ni barcos. Desde Balmoral, Su Graciosa Majestad aconseja al Continente que se abstenga de reanudar esta empresa temeraria sin el asesoramiento de Julio César o Guillermo el Conquistador.


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