7 de Septiembre

Muerte de Antonio Mairena.

Con la boca vaciada por cucharones de azufre, con carbones de nieve en la garganta, lleva en la mano una herradura fría. Hay esquirlas de tinieblas en sus ojos, la muerte no le aguanta la mirada, un mascarón de bronce en el balcón hiende la noche rajada de las saetas. El cante es una angosta chimenea por donde suben y bajan las almas demolidas, los espectros de larga cabellera que chillan con el rostro deformado en la faz barrenada del oráculo. Puerta del purgatorio, abierta como un horno de piel y de sonido, cuando el silencio alimente tus negros caracoles habrá un agua amarilla que se quede y un calabozo abierto para el aire, pero no sabremos dónde.


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