13 de Enero

Un día cualquiera.

Rueda de la costumbre, motor humano de barro y entretenimientos futiles, engranaje oxidado del campanario del tiempo. Hoy:

En un local bajo del Bronx –cajas apiladas de cartón, piezas de ordenadores rotos, mazos de cable deshilado-  alguien escribe y borra sobre una pizarra rayada sentencias, comandos, la quimera informática de una prosperidad bajo sospecha: hip-hop, rap, espanglish en el ferry, al salir, una cerveza de neón en el Mongolia’s.

Cielo humoso, amarillo, congelado, ex-soviético. Hileras de árboles astillados, desnudos, raíces que rompen el pavimento. Una mujer y su hija pasan por la calle vacía: fachadas desconchadas, carteles comunistas desvaídos. Señales olvidadas. Ulán Bator: 600 verstas.

Luz de acuario, mezquitas, un turista en el zoco, alfajores, especias, ojos de pescado. Te dije que pusieras la cámara en el bolso. Té verde, rosas del desierto. Los garfios espectrales de las grúas arañan el crepúsculo de Tánger. Nos han robado las maletas. Esta noche atraca el Genghis Khan: alfombras made in china, polvo de rinoceronte, equipaje de mano subastado.

El rizoma tiembla al paso de la góndola, tiembla el liquen y el moho de las cráteras. Brocados venecianos, espejos de azogue derruido: el mayordomo sirve lentamente en vajilla de plata y aparca el cadillac de los vaqueros. Es La Horda de Oro, restaurante  en  Las Vegas.

Y todo lo contienes tú en la palma de tu mano como en una bola de cristal donde agitas la nieve y eres tú cada uno y cada todos, la bola que gira y gira sin descanso y que ahora arrojas al vacío, la bola que rueda de tu mano hacia la muerte tártara.

1 comentario:

  1. Esra es la idea de estos textos, sólo hay un tiempo. Gracias siempre por tus aportaciones, Carlos.

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